martes, 23 de febrero de 2016

El culpable de mi afición por la huerta




Tras esta larga parada de horticultura virtual quisiera dedicar unas palabras a quien ha sido el principal culpable de inculcar mi afición por la huerta. Después de 39 años compartiendo el mismo vagón de un tren lleno de vida, el 7 de Agosto se bajó en una estación cuyo nombre no recuerdo pero por la cual estoy seguro que volveré a pasar para apearme y poder vernos. Todo un ejemplo de valores puros y entrega a su mujer e hijos.

Sus raíces lo dicen todo, nacido en Miño de San Esteban (Soria) su padre tenía viñas y durante su infancia ayudaba en las labores del campo haciendo las veces de pastor por el páramo Soriano. Una vez en Bilbao no dudo en juntarse con unos amigos para cultivar salud para toda la familia, éramos 6 y no nos faltaban los sabrosos tomates que la abuela tanto ansiaba al llegar Agosto.

Tengo muchos recuerdos de la infancia relacionados con el campo entre ellos los momentos que pasaba en la huerta de mi padre cuando tenía entre 5 y 10 anos. Recuerdo como si fuera ayer, aquel mi rincón, donde tenía unas matas de fresas y calas, construía casetas y vivía mil aventuras. También esas primaveras donde hacía un mix de flores silvestres para mi madre como complemento a las verduras de mi padre. Otras veces pasaba el tiempo cazando lagartijas y buscando sus escondrijos encontraba huevos de donde salían lagartijillas, también jugaba con alguna cría de gorrión mientras mi padre cuidaba de la huerta. Aquella perrilla rechoncheta que se llamaba rubia y el impresionante manantial que atraía mi curiosidad. En resumen era un auténtico parque de atracciones. Y como no, esa pedazo higuera a la que me subía para hincharme con sus frutos. Fuera de la huerta tampoco olvidaré aquellas mañanas de fin de semana que subíamos toda la familia al monte Abril o al Vivero para comernos la tortilla de patata que hacía mi madre y de postre una tarrina de helado en el bar León han marcado mi afición por la montaña y todo lo relacionado con la naturaleza. También tengo recuerdos por parte de mi abuelo materno, Casimiro, que también cuidaba de su “huerto” y que nos dejo a sus 93 años en 2015. Recuerdo las barquillas de productos que le llevaba a mi abuela y al hablar de mi abuelo no puedo dejar sin mencionar San Esteban de Gormaz donde tuve una infancia inolvidable siempre lejos del hormigón.

Después de 30 años y en otra ubicación soy yo el que cuida de una huerta y en la que el ha participado activamente durante los primeros 4 años. A pesar de tener hacerle cambiar su rutina diaria ahí estaba cuando necesitaba ayuda para capar tomates, recolectar o cualquier otra tarea. Esa graciosa manía que tenia por sembrar en su terraza un montón de calabazas para luego ponerlas en la huerta cuando yo le decía que no hacían falta tantas.

Una vez más, todo un ejemplo de valores puros y entrega a su mujer e hijos.

Apa, te dejo sembrando unas vainas, no pasa nada si no puedes venir a regar, ya lo hago yo.

Hasta pronto!.


1 comentario:

  1. Preciosa descripción de lo agradecido que estás de sua enseñanzas.Plasma en la tierra esa herencia que te ha dejado y recogeras fruto de su sabiduría y amor por la naturaleza!Enhorabuena

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