sábado, 5 de octubre de 2013

Iniciar un huerto sostenible.




Para poder disfrutar de un huerto sostenible invertiremos el tiempo disponible sin llegar a convertirse en una obligación. Produciremos la cantidad de alimentos que necesitamos para el consumo familiar olvidándonos del pensamiento de cuanto más mejor. Evitaremos utilizar productos nocivos para el medio ambiente. En otras palabras trataremos de conseguir un equilibrio entre los tres pilares básicos; el tiempo disponible, la necesidad y el ecosistema.

Pueden ser muchas las razones por las que decidamos poner una huerta sostenible pero en ningún caso tenemos que ver la huerta como una factoría en la que obtener la máxima producción en el menor tiempo y esfuerzo posible. Debemos adaptar la huerta a nuestras necesidades sin olvidar que se trata de un ecosistema muy particular que modificaremos constantemente. Solo entendiendo los procesos biológicos aprenderemos a interpretar lo que sucede en nuestras plantas y de esta forma tener buenos resultados. 

Como ecosistema en continua modificación tendremos el reto de lograr un equilibrio natural imitando a la naturaleza  y sintiéndonos como pieza fundamental dentro de este ecosistema. La idea fundamental es servir a la naturaleza y todo irá bien, en otras palabras cuida la tierra sobre la que crecen las plantas además de cuidar las plantas directamente. En este blog tratare de mostrar desde mi experiencia una serie de conceptos básicos para lograr este equilibrio.

Antes de agarrar la azada debemos hacer un poco de agricultura de papel y lápiz para saber muy bien lo que tenemos entre manos. En primer lugar tendremos que ser realistas y saber el tiempo que queremos y podemos dedicar para en base a ello trabajar una parcela de mayor o menor tamaño. En líneas generales si disponemos de unas 2 horas a la semana podemos trabajar sin problemas una parcela de 40m2 y plantar 4 o 5 tipos de plantas de fácil mantenimiento.

Una vez tengamos claro el tamaño de la huerta pensaremos donde ubicarla buscando siempre orientación Norte-Sur, un tipo de suelo franco, proximidad de abastecimiento de agua, evitar sombra de árboles, evitar terreno en cuesta, depresiones y pedregales (Análisis del suelo). 

A continuación pasaremos a distribuir la superficie en bancales que no es más que parcelar la superficie de la huerta en rectángulos de 5m x 1.2m (6m2) a modo de referencia. El sistema de bancales evitará el apelmazamiento de la tierra, diseñar la huerta de una forma sencilla y la posibilidad de aplicar rotaciones de cultivos de una forma cómoda (Diseño de bancales).

División de la huerta en bancales.

Posteriormente pensaremos en las hortalizas que vamos a plantar que por lógica serán las más consumidas en nuestro hogar, las que más nos gustan o incluso las que nos podemos encontrar en las tiendas por tratarse de variedades no comerciales. Nuestro consumo y el redimiendo de las distintas variedades de hortalizas determinará la cantidad de plantas que necesitamos. Si no tenemos experiencia podemos comenzar con cultivos fáciles y poco exigentes en su cuidado como judías verdes, calabacines, cebollas, patatas, remolacha, rabanitos, lechuga o pimientos. Muy importante será también la cantidad y la distribución de plantas a cultivar teniendo en cuenta su rendimiento y otras características como su porte, necesidad de agua y luz. Es muy recomendable hacernos un esquema con nuestro proyecto de huerta en un papel o en excel. Como anécdota, comentar como el primer año de huerta plante 10 matas de calabacines porque era una hortaliza que me apasiona pero creo que me saturé de ellos y ahora ya solo planto una o dos matas.

Trataremos de tener una producción variada y constante durante todo el año por ello será importante también plantar o sembrar un mismo cultivo de forma escalonada observando con atención los tiempos de desarrollo y climatología de nuestro entorno.  Para ello podemos observar a los vecinos de huerta como referencia pero nuestra experiencia año tras año será fundamental. En la costa cantábrica donde tenemos veranos calidos, inviernos suaves y abundante humedad he conseguido 4 cultivos escalonados de lechugas, 2 de calabacines, 3 de remolacha, 2 de vainas, 2 de pimientos, 2 de brócoli y dos de puerros (Selección y rendimiento de cultivos).

  Materia vegetal en distintas fases de compostaje.

Una vez decidamos que hortalizas queremos cultivar tendremos que partir de plantones o semilla a ser posible de variedades puras o locales y olvidarnos de hibridos comerciales o trasngénicos. Además, es muy recomendable hacerse un plan de obtención de semillas propias (Selección de variedades puras).

Todo lo expuesto anteriormente es posible si mantenemos una tierra viva lo que significa que debemos hacer hincapié en cuidar el suelo porque podemos agotarlo en tan solo 4 años. Por ello, mimaremos la tierra desde el primer día pensando en rotaciones de cultivos (Rotaciones), produciendo nuestro propio compost, usando abonos verdes y/o abonos ecológicos y manteniendo una población de lombrices (Mantener el equilibrio del suelo).

martes, 1 de octubre de 2013

Huerta, naturaleza y salud.




La segunda ley de la termodinámica nos dice que el universo tiende al caos y al desorden pero la vida tal cual la conocemos desafía ese caos para organizarse en sistemas altamente complejos y mantener su propio equilibrio dentro del universo. Vida basada en átomos que se unen para formar moléculas y que a su vez se unen para formar macromoléculas que interaccionan con otras macromoléculas. Este orden vivo, se manifiesta en miles de formas, tamaños, colores, olores o sabores. En particular, las plantas con sus flores y frutos, nos brindan una posibilidad de las miles que existen de observar, participar y sentir la vida en su más pura esencia. Una esencia basada en el nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte o lo que es lo mismo materia y energía que se transforman constantemente.

La evolución de nuestra especie ha supuesto el sacrificio del vínculo vital que teníamos con la naturaleza por el bienestar material como principal objetivo de felicidad y plenitud. Si nos remontamos a un día de hace 20.000 anos el medio natural era fuente de cobijo, alimento y relaciones personales pero ahora se ve como una fuente de dinero sin reparar en el daño que ello pueda causar al ecosistema global, a nuestra personalidad y a nuestra propia salud en general. Hemos pasado de ser parte del medio natural a sentirnos los dueños del mismo pero a pesar de ello no hemos perdido ese instinto primitivo. En los anos 50, el auge de las ciudades provocó un éxodo masivo del campo a la ciudad pero es ahora cuando muchas de aquellas personas ya jubiladas, sienten la necesidad de volver a sus raíces, regresan al pueblo que les vio crecer y cuidan su propio huerto como lo hacía su familia. Al mismo tiempo parte de las nuevas generaciones que hemos nacido en la urbe y que nunca hemos estado vinculadas con el mundo rural o con la naturaleza esta optando por sentir en primera persona esa fuerza natural. Una necesidad de respirar aire limpio, de sentirse libres y salir del hormigón a través de deportes de aventura que sirven para alimentar en cierto modo ese vínculo vital olvidado y poder tener el enfoque de nuestra vista mas allá del edificio que tenemos a delante.


Nos encontramos en un momento donde la información sobre nutrición esta al alcance de todo el mundo. Sabemos mejor que nunca que es una vida saludable y que somos lo que comemos. A pesar de ello, existe un aumento de enfermedades directa o indirectamente derivadas de la alimentación bien por consumo excesivo de determinados alimentos manufacturados como por la ingesta de alimentos aparentemente inocuos pero cargados de tóxicos derivados de una agricultura que emplea pesticidas y fertilizantes de síntesis química. Las limitaciones de la vida diaria no nos permite decidir el aire que respiramos pero si podemos elegir lo que comemos y afortunadamente son muchas las personas que ya incluyen de forma habitual alimentos “eco o bio’, pero esta opción muchas veces marketiniana, no esta al alcance de todos debido a su elevado coste. Otras directamente optan por cultivar sus propios productos bien sea en huertas tradicionales o en macetas en su propia terraza.

No podemos negar que estamos ante una revolución verde donde cada vez son mas las personas que optan por mantener una unión más o menos directa con lo natural, con lo saludable.

Sea cual sea la razón por la que hemos decidido cuidar una huerta siempre compartiremos el mismo instinto de supervivencia, autosuficiencia y ganas de vivir la naturaleza. Hay tantas formas de ver la huerta como variedades de tomates. Personalmente, propongo una huerta sostenible acorde con nuestras posibilidades y fundamentada en el mínimo impacto ambiental y máxima satisfacción personal. Lo que planteo puede sonar utópico pero por eso mismo podemos verlo como un reto en el que espero que todos mis éxitos y fracasos puedan serviros de ayuda. No debemos de olvidar que no es una ciencia exacta y que cado uno tiene que experimentar todo aquello que se le ocurra.

Partiendo de la base de una agricultura inteligente y ecológica podemos encontrar grandes consejos en múltiples publicaciones como las de John Seymour, Serafín Sanjuán, Gaspar Caballero o Mariano Bueno. Tampoco hay que olvidar la experiencia de los amigos del foro de infojardín donde podemos encontrar infinidad de respuestas.

Si no dispones de terreno y quieres cuidar tu propia huerta puedes preguntar a algún conocido que pueda prestarte una pequeña parcela,  preguntar al dueño de cualquier terreno abandonado o al ayuntamiento. Si nada de esto da resultado lánzate al campo y cambia zarzas por tomateras. El cultivo ecológico no requiere de grandes esfuerzos simplemente un poco de tiempo, ganas y entusiasmo.

Bienvenido a la revolución verde!